¿Qué destacas, tus fortalezas o debilidades?
Muchas personas siguen intentando gestionar sus talentos desde una perspectiva desfavorable.
En el mundo tradicional de la gestión de recursos humanos y especialmente en procesos de selección, existe la tendencia a realizar un exhaustivo análisis de las personas, muchas veces con test psicológicos y preguntas directas para identificar nuestras fortalezas, por supuesto, y también nuestras debilidades.
Y estas preguntas son causa de mucho nerviosismo e inseguridad en las personas “no sé que responder en cuanto a mis debilidades”, “¿No me jugará en contra si digo mis debilidades?” “No se me ocurre qué decir?”
Ciertamente, cuando nos enfocamos en las “debilidades”, por más humanas, naturales y comprensibles que puedan ser, estamos situados desde nuestro lado menos hábil, donde nos sentimos menos cómodos y por lo tanto, menos competentes. Con este foco de gestión, con mucho, mucho esfuerzo lograremos un resultado aceptable. ¿Cómo nos sentimos con esto? Desde esta postura hay pocas posibilidades de éxito, a lo más nos ganamos el premio al esfuerzo. Pero ¿queremos en nuestra carrera profesional ganarnos el premio al esfuerzo, o queremos lograr resultados de valor que al mismo tiempo nos reconforten, permitan desarrollarnos en plenitud y contribuir positivamente a nuestro entorno?
Otro punto de vista es la mirada del valor. Todas las personas nacemos, y desarrollamos en el transcurso de nuestras vidas, habilidades, cierta facilidad para desarrollar algunos temas, fortalezas, talentos, cualidades o como les quieran llamar. Estas pueden ser en diversos ámbitos y áreas de interés, como son las ciencias, la espiritualidad, las relaciones, los negocios, el deporte, la cocina, tecnología, salud y otros.
Esto es tan simple como preguntarse ¿cómo me siento cuando hago algo que me gusta y se me da fácil? Lo disfrutas, lo pasas bien, el resultado es positivo, puedes también enseñar a otros y llevar tu talento más allá de ti, logrando trascender. Hay un sentimiento interno de competencia, de seguridad, tranquilidad, fluidez y crecimiento. Esto sucede cuando te sitúas desde la perspectiva del talento y desde ahí decides aportar con tus fortalezas para convertirlas en valor. Llevar esas fortalezas a un servicio, producto, afición o tarea concreta te permite canalizarlas para expandirlas y contribuir positivamente a tu entorno y a ti mismo.
En Psicología Organizacional este enfoque se conoce como “Psicología Positiva”, su principal precursor ha sido Martin Seligman; en el mundo de la educación Sir Ken Robinson lo ha descrito como “El Elemento”; y también encontramos el concepto de “Fluir” o “Flow”, desarrollado por el psicólogo Mihály Csíkszentmihályi.
No se trata de ignorar y no ser conscientes de nuestras debilidades, es importante saber cuáles son para complementarnos con personas más hábiles en esas áreas cuando tengamos que enfrentar alguna situación que nos resulta difícil de manejar.
Así funcionan las personas que saben gestionar sus talentos y que logran conformar equipos de alto desempeño, pues se focalizan en las verdaderas fortalezas y habilidades de cada uno y desde ahí construyen valor.
Entonces, ¿desde qué perspectiva continuarás desarrollando tu talento?
La invitación es a descubrir tu verdadero potencial y trabajarlo para convertirlo en valor.
Por Lorena Núñez J.